La Iglesia afirma que la sociedad tiene que mantener la dignidad de la persona humana quien está hecha a imagen y semejanza de Dios. No se supone que individuos fueron hechos para vivir solos. A propósito, la enclíclica Rerum Novarum del Papa León XIII llamó a los ricos y patronos a respetar a todos, “como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoblecida por lo que se llama el carácter cristiano” (parrafo 15) porque “A nadie le está permitido violar impunemente la dignidad humana, de la que Dios mismo dispone con gran reverencia; ni ponerle trabas en la marcha hacia su perfeccionamiento, que lleva a la sempiterna vida de los cielos” (30). Papa León dijo que el trabajo era tanto personal como necesario (cf 32), cada individuo teniendo un derecho natural de procurar lo que se requiere para vivir, los pobres teniendo solo una manera de ganar su sustento por medio de su trabajo (cf 32). Entonces, él condenó ambos el capitalismo ilimitado, declarando que hay que “buscar al mismo tiempo por otros medios, según hemos dicho, el oportuno alivio de los males” (13), y el socialismo que era la respuesta al capitalismo (cf 11).
El documento del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes (GS), aunque no se preocupaba directamente con las cuestiones del trabajo que inspiraron a Rerum Novarum, sin embargo, gasta mucho tiempo hablando sobre la correspondencia del género humano a “establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar y cultivar su propia dignidad” (9) estimando la “solidaria del genero humano y de su historia” (1). Primeramente, GS dispone unos principios basicos. Declara que “la Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado ‘a imagen de Dios'” (12) y su dignidad consiste en la obediencia de “una ley escrita por Dios en su corazón” (16) que “requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa” (17) “[esclavizandoce a] las inclinaciones depravadas de su corazón” (14). Hablando de la sociedad, dice “Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer (Gen 1,27)…por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás” (12). Debido a los avances en las ciencias y tecnologáa sin desarrollo espiritual concurrente, nuestro mundo moderno brota de desequilibrio en los niveles personales, de familia y de clases raciales y sociales [cf 8]. Estos se manifestan en incongruencias como las de salúd economica versus el habre y la pobreza extrema, “un sentido tan agudo de su libertad [versus] nuevas formas de esclavitud social y psicológica” (4), un compromiso más grande a la fe versus “muchedumbres cada vez más numerosas [que se alejan] prácticamente de la religión” (7), etc. Y, “Así mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio” (4). Como resultado, industrialización, urbanización, medios de comunicación social y emigración han multiplicado las relaciones sociales “sin que ello promueva siempre…el adecuado proceso de maduración de la persona y las relaciones auténticamente personales (personalización)” (6).
Así es que la Iglesia “ofrece al género humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que responda a esa vocación [altísima]” (3). Ella condena el ateísmo como “uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo” (19) en todas sus formas, aunque negando la existencia de Dios, explicando todo por medio de la ciencia, exagerando afirmaciones del la humanidad, nociones falsas de Dios, falta de hacer investigación de Dios, ateísmo sistematico, u otras combinaciones (cf 19). Para oponer esto, mantiene que el reconocimiento de Dios no se opone a la dignidad humana porque esta basada y perfeccionada en Dios quien puso la humanidad en la sociedad, añadiendo que la esperanza en la vida eternal no le quita el mérito a la vida terrestrial pero da nuevos motivos para sus obligaciones correspondientes (cf 21). Y, la “La Iglesia, aunque rechaza en forma absoluta el ateísmo, reconoce sinceramente que todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben colaborar en la edificación de este mundo, en el que viven en común” (21).
Así es que, el progreso material de la sociedad tiene que combinar con el progreso espiritual, al mismo tiempo manteniendo la dignidad de los individuos y la sociedad. Esto quiere decir que cualcier progreso que hace la sociedad que no respeta la dignidad humana no es, en realidad, progreso pero tiene que ser rechazada porque no está de acuerdo con la naturaleza humana que refleja a Dios. Quiere decir que lo que no mantiene la dignidad humana no enriquece la sociedad sino mas bien la degrada o rebaja y la envenena como un cancer de por dentro. Enlistando crimenes contra la naturaleza humana como el aborto, genocidio, eutanasia, mutilación, tortura, esclavitud, prostitución, trabajo en condiciones degradantes, etc. (cf 27), predicó males que se han hecho un pandémico inmoral en la sociedad moderna, una sociedad que pretendá ser una reflección de amor trinitaria. Cuando celebramos este día del trabajo en los Estados Unidos, seamos conciente, y hagamos reafirmación, de nuestro compromiso de mantener, defender y promover la dignidad de cada persona…porque Cristo está presente ahí sin importarnos el disfrace que lleve. Como hacemos esto puede ser algo muy bueno para examinar durante la dirección espiritual.
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Cuadro de arte para este artículo sobre el imagen de Dios en sí mismo: The fern gatherer, Charles Sillem Lidderdale, 1877, PD-US author’s life plus 100 years or less, Wikimedia Commons.